La
creatividad de los descarriados - Boris
Cyrulnik.
Por: María Lazo (*)
<¡Eleazar, a la
dirección! ¡No se puede con este chico!
Con bajísimas
calificaciones que a duras penas le permitían pasar al grado siguiente y una
sucesión de quejas de uno y otro profesor, esas fueron las frases que escuchó a
diario y de las que se enorgullecía… hasta los 14 años de edad.
La profesora Eliana
decidió darle la confianza, creía en sus palabras, alentaba sus escasos éxitos
escolares, le asignaba responsabilidades disciplinarias y lo enaltecía ante sus
compañeros. Eleazar, empezó a mostrarle respeto, desplegar admiración por ella
y a estudiar su curso para no decepcionarla. Llegó a convertirse en el
brigadier general de esa escuela nacional. Antes de eso, Eleazar no había
conocido a alguien que creyera en él. Años después, con su pequeña estatura, se
sintió alto, grande y reconocido cuando fue felicitado al sustentar su tesis
doctoral de leyes.
(Eleazar 43 años - abogado)>
Resiliencia
humana, dicho en forma simple, la capacidad de sobreponerse a las situaciones
adversas para transformarse en mejor persona que antes.
Cuando las personas encargadas
de tomar las decisiones sociales, acepten disponer en torno a los descarriados
unos cuantos lugares de creación, de palabras y de aprendizajes sociales,
podremos ver que un gran número de heridos podrá metamorfosear sus sufrimientos
y realizar una obra humana. Pero si la sociedad, abandona a las criaturas que
considera que se han echado a perder, ellas tendrán un destino carente de
esperanza.
¿Qué nos pasa cuando escuchamos
quejas de un alumno “descarriado”, cuando el chico de en frente no deja de
crear dificultades en el vecindario, cuando el mitómano que trabaja junto a
nosotros insiste en que visitó la luna la semana pasada? En otras palabras, ¿Qué
pasa con nosotros cuando conocemos a una persona cuyos valores, parámetros o
actitudes discuerdan de las nuestras, cuando sus valores no son compatibles con
los nuestros porque los de ellos no son constructivos?
Podemos preguntarnos qué hay
detrás de la necesidad de mentir, detrás de la necesidad de figurar, de hacerse
notar, no importa negativamente. Las posibles respuestas pueden ser varias y
todas convergen en la necesidad humana de ser incorporado en el grupo, de ser
aceptado y de ser amado, de ser reconocido, de ser insertado, de ser en el
mundo.
Cuánta responsabilidad
tenemos desde nuestra posibilidad de brindar un poco de luz, de apertura, de
escucha, de confianza, de reconocimiento de su humanidad, de su existencia respetuosa
como hizo Eliana con Oscar de nuestro ejemplo inicial, remitiéndose al lado
bueno, a su ser espiritual, impulsándolo a transformarse y, finalmente, rescatarlo.
Max Scheler, filósofo
alemán, promotor de la axiología, expresó que “el hombre tiene derecho a ser
considerado culpable y a ser castigado, pero suprimir su culpa considerándolo
como víctima de las circunstancias, significa también quitarle su dignidad
humana”.
Abordarlo desde la
confianza, desde la esperanza, desde la compasión amorosa y digna.
Hay más que decir y
compartir con Cyrulnik y seguiremos en esto.
(*) Facilitadora para el
desarrollo personal. r
Referencias:
- Artículo basado en “Los patitos feos”, Borys Cyrulnik – Capítulo 1
- Fuente de imagen: https://pixabay.com/es/photos/ajedrez-pe%C3%B3n-rey-juego-torneo-1483735/
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