Resiliencia desde el lenguaje generativo - Boris Cyrulnik
Por María Lazo (*)
“¡Suelta eso bruta!
¡Todo lo que tocan tus manos se destruye!
(Palabras exclamadas
por una madre a su hija de cinco años mientras cogía los adornos en una feria
navideña)
Madre: aproximadamente
28 años - Niña aproximadamente 05 años”
Resiliencia humana,
dicho en forma simple, la capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas para
transformarse en mejor persona que antes.
El acto de la simple
palabra crea una separación que nos hace existir en calidad de sujeto: un
sujeto cuya forma de interpretar el mundo es personal y única.
A partir del momento en
que el niño habla, empieza a interpretar. Desde ese instante, la emoción se
alimenta de dos fuentes: en primer lugar, el impacto del golpe que ha recibido
y en segundo lugar, el sentimiento provocado por la interpretación de ese
golpe. El niño se aleja del mundo de las percepciones inmediatas para habitar, cada
vez más, en el de las representaciones de su pasado y de su porvenir. Cuando comienza
a comprender las palabras, los objetos se cargan con el sentido que le dan los
adultos. Esto equivale a decir que el mundo cambia a partir del instante en que
se habla y que es posible cambiar el mundo hablando.
De allí, explica Cyrulnik, la necesidad de las personas de
expresar sus vivencias, de compartirlas con otros, para encontrar otras formas
de representación de las situaciones dolorosas vividas. El sacar las cosas
fuera de sí mismo y ponerlas en exhibición frente a otros ojos, le permite
recatar nuevas miradas, nuevas interpretaciones y remodelar los sentimientos
guardados. El lenguaje puede lograr, generar nuevas acciones que ayudan a
explorar, a autodescubrirse, a evaluar, a contrastar y a sanar y, no se refiere
al mero acto de hablar, sino al lenguaje como expresión exteriorizadora de
aquello que cuando se tiene guardado se convierte en una bomba de tiempo o en
un yugo aplastante y devastador, carente de esperanza porque impide el proceso
de reparación y de cicatrización.
Cada persona tiene la
posibilidad de encontrar su lenguaje, para expresarse en búsqueda de sanar: el
habla, el arte, el baile, la escritura, el deporte y cuanta disciplina permita
a través del cuerpo hacer fluir el interior, para liberar la contención
sostenida y salir del mundo de la negación, para entrar al mundo de la
aceptación - de lo que pasó - e iniciar el camino a la transformación.
Desde esta perspectiva:
- ¿Cómo podríamos cambiar la exclamación citada arriba, en esa feria navideña?
- ¿Qué expresa realmente esa exclamación?
- ¿Quién la dice?, ¿A quién se la dice?, ¿Dónde se la dice?, ¿Qué consigue?, ¿Para qué la dice?
Desde el lenguaje, desde
su autovaloración, desde cualquier plano, el médico neurólogo y psiquiatra de
la post guerra, Viktor Frankl,
propone que “el hombre es un ser único, irrepetible e insustituible,
indivisible e insumable, un ser completo con posibilidades propias para transformarse
hacia el ser una mejor persona”.
(*)
Facilitadora para el desarrollo personal.
Referencias:
~ Artículo basado en “Los
patitos feos”, Borys Cyrulnik - Capítulo 2
~ Viktor Frankl: “El hombre
en busca de sentido”
~ Fuente de imagen: Mel
Hagelslag - Pixabay
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