Los escasos minutos entre
lo supuesto y lo real
Por: Arq° María Cecilia Torres Vargas (*)
Comienzo este
artículo desde la fragilidad de nuestra realidad. Somos seres humanos “vivos”, conformados
por un cuerpo y un alma, capaces de tomar decisiones y acciones, con un tiempo
de vida limitado. Sin embargo, a veces olvidamos lo efímero que es este tiempo:
solo tenemos el ahora, el presente, al igual que todos los que habitamos este
mundo y un día - tarde o temprano - moriremos.
Diariamente, nos
encontramos con nuestros seres queridos, con nuestra familia, con nuestras
mascotas y, llegamos a pensar que siempre estarán con nosotros, olvidando el estado mortal que nos caracteriza y que la vida no nos pertenece, que solo
es prestada.
A veces, tiene
que pasar algún accidente con uno de esos “seres de luz” que nos rodean, para
darnos cuenta lo susceptibles y frágiles que somos. Aunque solo tenemos
el presente, mañana nadie sabe que decisiones o cambios se den en las otras
personas, los mismos que los lleven a separarse de nosotros o a nosotros
mismos, o que eventos fortuitos cambien nuestra salud o, la de nuestra familia: inclusive, generen la muerte.
A veces, pienso
en lo agradable que sería saber que siempre tendré al lado a las personas que
tanto quiero o, que siempre estarán para mi y yo para ellas: ante estas
situaciones, me doy cuenta que no hay mejor momento para ese contacto que hoy.
Entonces, entiendo
que está fuera de mi control y el de los demás, que parte de la vida es la
incertidumbre y que un día - sin falta - dejaremos de existir, en este mundo. Aquí
entonces, me doy cuenta de las sabias creencias de nuestros antepasados, quienes
creían en la “vida después de la muerte” y en la religión, que asegura un
paraíso en el que todos ya nos reencontramos allá, porque en el cielo no hay
tiempo.
Así que
cuando mueras, te darás cuenta que todos ya estamos allá: yo abrazo esta idea. Es
más, sé con fe y convicción, que eso nos depara el futuro después de dejar este
mundo y, si es así, “¿Por qué sufrimos tanto cuando alguien se va?”: creo que
es porque casi siempre olvidamos que además de “seres de luz”, somos seres
humanos de carne y hueso, y nuestro destino es morir. Cuando llegues a esa conclusión, verás que todo lo que te rodea es perfecto, igual que tu y yo, y
que cada día debemos preguntarnos “¿Que estás haciendo con el tiempo que tienes
y, con las personas que quieres?”
Recuerda, que
no hay más que “El Ahora”.
Referencias
Tolle,
Eckhart (2003). El Poder del Ahora. California, E.E.U.U. GAIA Ediciones, (2003).
(*) Administradora de la página Arquieduca
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